jueves, 14 de octubre de 2010

Romance fundacional (catálogo de dimensiones homéricas)

Eran ellos veintipico
(y eran de lo que no había)
que de inglés y de francés
o de Musical venían.
Una tropa bien extraña
que describir yo no sabría,
mas por que de ellos se guarden
les diré qué parecían:

Uno, un loco de atar,
al que Jesús le decían,
natural de La Laguna,
ciudad la más viciosilla,
travieso, avieso y burlón,
verdadera pesadilla,
gran amante de los vinos
de las artes, de la risa.

Justo lo contrario era,
como de la noche al día,
esta chica sin maldad,
a la que Mari decían,
simpática, amable y buena
verdadera maravilla,
muy aficionada al canto,
el baile y la poesía.

Aquella, llamada Jessica,
que por Jesslo conocían,
si venía de Valencia,
en Canarias pararía:
cantarina y saltimbanqui,
hacía fotografía.

En Salamanca nació,
de la construcción salía,
que con la crisis del bloque
decidió cambiar de vida.
Chuches, tiritas y bolis
en los sus bolsos tenía.
Era una mamá chiflada
Anne Marie, la Ana María.
Siempre quiso ser maestra...
¿No hay nadie que se lo impida?

Chicharro de vieja cepa,
mas de Tagoro, acudía,
toda la vida soñando
conseguir la maestría,
marido de esta chiflada,
que también francés haría
y amaba la buena mesa,
don Alejandro sería.

A esa tropa bien extraña
don David pertenecía.
Era un muchacho muy serio
si la ocasión lo exigía;
le molaba la jarana,
y de arte mucho sabía;
enamorado de Australia,
allí residir querría.

De la isla de Tanausú,
al fondo de la cocina,
una pizca de sarcasmo,
algo de melancolía,
timidez a borbotones,
inocencia siempre esquiva;
el pelo de su cabeza
yace en su cama, sin vida;
nunca se le vio nervioso,
nadie lo encontró con prisas;
despistado, calladito,
por David él respondía,
bañaba su corazón
en mistela y malvasía.

Del Puerto La Cruz llegó
a una laguna muy fría
una sencilla muchacha
que de altura carecía,
y Mila se hizo llamar
por ahorrar unas grafías.
Muchos libros devoró,
pues cursó filología
mas engordarse no pudo
por su flaca anatomía.
En Magisterio cayó
a una tropa construida
con el único objetivo
de enmendar la poesía. 

Venía de Santa Cruz
la soñadora de Elisa,
nostálgica de un futuro
carente de garantía.
Mas no desfallece, no:
persigue con valentía
un sueño del corazón:
seguir creyendo ser niña.

Apareció un individuo,
con el habla salmantina,
que David él se llamaba
y Crego lo llamarían.
Aquí trece años llevaba,
y alguno le quedaría,
pero tan extraño acento
jamás se le escaparía.
Es jocoso y despistado,
pero con gran alegría;
como enseñar le agradaba,
él maestro ser querría.

De Santa Cruz (pura cepa),
en el Carnaval nacía:
así le gusta la fiesta
a esta rubia enloquecida.
Como la princesa, Diana
es viajera empedernida,
pero cansada de aviones
aterrizó en la maestría.

Otra, que es guiri de cara,
mas majorera sería,
es de sangre colombiana,
a quien Sara llamarían.
En su isla va pensando,
sus playas añoraría.
Ella vive en La Laguna
y maestra ser querría.

A otra la llamaban Gemma,
de Lanzarote venía,
sabiendo que en Tenerife
su futuro labraría.
Era amante de la infancia,
los idiomas, la alegría,
y regalaba secretos
a quienes los merecían.

Ana soñó con ser música,
mas solo un sueño sería.
Por eso se fue a la France,
y francés aprendería.
De corazón, canariona,
mas viene de Andalucía,
Chicharrera de adopción,
¡Menudo lío tenía!
Muy tímida ante el público,
nunca hablaba, si podía;
todo lo pensaba mucho,
tanto que te marearía.

Pero entre estos personajes,
otra chica aparecía:
Raquel, para los amigos,
siempre con mucha alegría.
Esta niña tan sonriente
y con tanta fantasía,
con pasión por el teatro,
la música y la comida,
todo el día va bailando
y riéndole a la vida.

Otra más era una que
un nombre guanche tenía,
que de reír no paraba
y Nirita le pondrían.
De corazones de fruta,
parrandas y melodías
que por Tejina florecen,
orgullosa la verías.
Amaba la educación,
es decir, pedagogía,
pero de nuevo en las aulas
ella en francés parlaría.

Vino desde Lanzarote;
nada de ella se sabía:
a esta chica tan fiestera,
que tímida parecía,
por Famara la conocen
mas... ¿la reconocerían?


Con un balón en los pies,
una niña poetisa
juega despreocupada,
sin pausa pero sin prisa.
Natural del Realejo,
una tierra cuesta arriba,
Ruth, eterna luchadora,
nunca pierde la sonrisa.
Tras caer y levantarse,
sin dolor y sin heridas,
ahora busca su futuro,
un sueño, su fantasía.


Había un ser peculiar
que de muy lejos venía.
Ella dijo: "de Madrid",
mas venía de Galicia:
Era llamada Verónica.
Insensata y atrevida,
si no parecía pájaro,
de volar algo sabía.

Con cerca de veinte años
en La Laguna vivía.
Ilusión de ser maestra
en su cabeza tenía.
Por Natalia la conocen:
gran altura presumía;
al principio reservada,
diole Dios gran alegría.

Y otra, nacida en abril,
que buen humor tenía,
es esta chica tan rubia,
que Elena se llamaría,
y ser singular maestra 
desde pequeña quería.
Pasado pasado el tiempo 
su sueño conseguiría.
Muy aficionada al piano,
ella pasaba sus días 
con alegría y paciencia
nacían sus melodias.

Y otra Lara se llamaba,
que de Santa Cruz venía.
Igual era que una flor,
ya que siempre sonreía.
Ella el ballet practicaba,
y con dulzura lo hacía.
A esa tropa tan extraña,
(musical) pertenecía. 

La niña inquieta y sarpeta,
la que Elena llamarían,
pequeña y de gran valor,
nunca a amigos fallaría:
habla mucho el inglés,
ama música y poesía,
cuando se acuesta con hambre,
corazones comería.
Aunque quería viajar
en Vistabella vivía.

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