martes, 19 de marzo de 2013

El regreso (funciones de Propp)

Se remoza y renueva nuestro blog, ahora con la participación de los alumnos de Didáctica de la Literatura (grado de Primaria). Y lo hacemos siguiendo punto por punto a Vladimir Propp para crear el esquema de un cuento.
El grupo compuesto por Sara, Caro, Felipe y Armide, después de una ardua (y entretenida) discusión, ya ha llegado hasta la función número 11 (y prometen continuar):


  1. Alejamiento: La niña ruin vivía en un valle del que sólo se podía salir en helicóptero.
  2. Prohibición: La niña ruin no podía salir del valle por ese medio, ya que no le quedaban puntos en su carnet para conducir helicópteros.
  3. Transgresión: La niña decide subirse en el helicóptero para salir del valle.
  4. Interrogatorio: Choricete va al mercado y pregunta a la abuela sobre la procedencia de los  membrillos que está vendiendo.
  5. Información: La abuela responde que los ha sembrado en su finca del valle.
  6. Engaño: Choricete propone a la abuela asociarse con ella, ofreciéndole una receta fabulosa, que dice conocer, para hacer dulce de membrillo.
  7. Complicidad: La abuela acepta la propuesta y lo invita a su casa.
  8. Fechoría: Choricete roba todos los membrillos a la abuela.
  9. Mediación: La abuela llama a su nieta (la niña ruin) y la pone al tanto del robo.
  10. Principio de la acción contraria: La niña ruin, que casualmente sobrevolaba en helicóptero el pueblo, decide ayudarla y vuelve a su casa.
  11. Partida: La niña ruin entra en la casa de la abuela y, al no encontrarla allí, sale en busca de Choricete.



Cristina, Yanira, Natalia, Federico, Jeremías y David también han llegado a la función 11:



El tesoro de la Flor Negra

Érase una vez un hada llamada Clara. Era muy amiga de todas las flores del bosque excepto de una flor a la que llamaban La flor negra. Detrás de esta flor se escondía una gran historia oscura, pues decían que guardaba un tesoro maldito, pero la curiosidad del hada blanca era muy fuerte y, a pesar de que su madre le había prohibido acercarse a ella, el hada hizo caso omiso a sus palabras. (PROHIBICIÓN)

Un día, Clara aprovechó la oscuridad para acercarse de forma discreta a la flor negra y averiguar si esa historia era cierta, pues se rumoreaba que ese tesoro podía salvar a su madre enferma. Clara no entendía cómo unas monedas podían ayudar a curar a su madre, pero el hada no sabía que el tesoro consistía en otra cosa mágica e inimaginable. (TRANSGRESIÓN)

Al rato de estar hablando con la flor negra, ésta le comenzó a preguntar cosas:
-¿Y tú con quién vives?
-Con mi madre -dijo Clara.
-¿Y dónde vives?
-En el tercer árbol a la derecha, en la rama más vieja que puedes ver.

De pronto, el hada se entristeció al recordar que su madre estaba sola y mala en casa y le terminó contando a la flor que su madre le había prohibido venir a verla y que tenía que irse. Entonces a la flor se le ocurrió una gran idea y le dijo:

-Dale este pétalo de mi parte, para que vea que tengo buenas intenciones y, además, le aliviará de sus dolores.

(INTERROGATORIO, INFORMACIÓN, ENGAÑO Y COMPLICIDAD)

Cuando terminaron de hablar, el hada blanca quedó muy sorprendida, pues la flor negra le había explicado el gran poder de ese gran tesoro. Eran ciertos los rumores de que podía ayudar a su madre y, además, la flor negra le prometió seguir ayudándola. Clara llegó a casa y, a pesar de que intentó entrar sin despertar a su madre, ésta se desveló y, nada más ver a su hija, le preguntó:

-¿Dónde estabas? Me tenías muy preocupada.

Clara le explicó que había estado hablando con la flor negra y que no era tan mala como le había dicho, pues parecía dispuesta a ayudarlas con su problema. La madre, desesperada, le pidió por favor que hiciera caso omiso a todo aquello que la flor le había dicho pues no podía uno fiarse de sus palabras. Pero entonces Clara sacó el pétalo que la flor le había dado y le dijo que eso aliviaría su dolor. Su madre vio la cara de su hija y aceptó el pétalo, a pesar de no estar de acuerdo.

A medida que pasaban los días, el pétalo se iba marchitando y la madre se sentía mejor, pero cuál fue la sorpresa de Clara al comprobar que, al marchitarse del todo el pétalo, la madre entró en un profundo sueño del que nada la despertaba. (FECHORÍA, A11)

martes, 22 de noviembre de 2011

LABORATORIO DE CREACIÓN DE PALABRAS

Habiendo echado en falta en nuestro idioma la existencia de algunas palabras absolutamente necesarias, y desolados por el hecho de que a nadie parecía importarle esta carencia, hemos creado el “Laboratorio de creación de palabras” (LACREPA), entidad sin ánimo de lucro, que espera subvención de la Real Academia Española y del Ministerio, la Consejería y la Concejalía de Cultura y que, hasta ahora, ha podido dar los siguientes frutos:

Carateca: Persona que tiene cara de caja.
Cacocéfalo: Persona que no actúa con coherencia. Comúnmente, "que tiene mala cabeza, que está descentrado".
Cacógrafo: Escritor que no goza de buena consideración.
Cacópodo: Dícese de la persona que no tiene suerte en aquello que hace. Vulgarmente, que "mete la pata".
Corafobia: Angustia provocada por la visión de corazones, ya sean naturales, de plástico o pintados. Aversión profunda por la cursilería.
Fobocracia: Dícese de aquel gobierno que ejerce su poder provocando miedo y sin escuchar la opinión del pueblo.
Misitis: Dícese del estado que adquiere una persona cuando su odio hacia algo o alguien se acrecienta.
Monopatía: Enfermedad producida por el afecto o inclinación desmedida hacia una sola persona.
Neocracia: Forma de gobierno que incluye ideas innovadoras en su funcionamiento.
Oniroscopio: Objeto utilizado por el poeta para auscultar el ritmo de los sueños del ser humano. Sin: poema.
Tomogamia: Separación matrimonial.
Toponiria: Disciplina que se ocupa de analizar la geografía de los sueños.
Trivolución: Dícese de la capacidad de evolucionar tres veces, como los pokemon u otros personajes de animación.

jueves, 17 de noviembre de 2011


ODA A SU SOBERANA SEÑORÍA, QUE CON SU SOLA PRESENCIA NOS MOSTRÓ SU SOLIDEZ, Y QUE AL ABANDONARNOS DEMOSTRÓ SU SOLUBILIDAD. ¡QUE VUELVA SU SOCORRIDA PRESENCIA!

Jamás habría pensado que él nos abandonaría,
cometiendo sin piedad esta cruel sinrazón.

Él animaba a jugar con la fantasía,
pero nuestro blog dejó a baja-media cocción.

¡Hiperbólico truhán! Fue, mientras sonreía,
presidio de marfil, ¡sonó el acordeón!

El Blog, famélico, preso y lánguido vigía,
implora: poetas, vida, alma... corazón

Este blog maravilloso que un día florecía
marchitó por un momento, ¡vaya maldición!

Pero desde hoy nos sentimos llenos de alegría,
porque volvemos a estar dentro del mogollón:

desempolvamos las arcas de la sabiduría
y logramos ocupar nuestro rincón.

sábado, 22 de octubre de 2011

Conozcamos a Villiers de L'Isle Adam

Este es un cuento de este autor francés, obtenido de su Recopilación de cuentos crueles. 




Auguste Villiers de L'Isle-Adam
Auguste de Villers de L'Isle-Adam.jpg
Nombre completo Auguste de Villiers de L'Isle-Adam
Nacimiento 7 de noviembre de 1838
Saint-Brieuc, Francia
Defunción 18 de agosto de 1889
(50 años)
París

Disfrútenlo:

La tortura de la esperanza
Villiers de L'Isle Adam
Bajo las bóvedas del oficial de Zaragoza, al atardecer, el venerable Pedro Arbuez de Espila, sexto prior de los dominicos de Segovia, tercer Gran Inquisidor de España, seguido de un fraile redentor (encargado del tormento) y precedido por dos familiares1 del Santo Oficio provistos de linternas, descendió a un calabozo. La cerradura de una puerta maciza chirrió; el Inquisidor penetró en un hueco mefítico, donde un triste destello del día, cayendo desde lo alto, dejaba percibir, entre dos argollas fijadas en los muros, un caballete ensangrentado, una hornilla, un cántaro. Sobre un lecho de paja sujeto por grillos, con una argolla de hierro en el pescuezo, estaba sentado, hosco, un hombre andrajoso, de edad indescifrable.
Este prisionero era el rabí Abarbanel, judío aragonés, que -aborrecido por sus préstamos usurarios y por su desdén de los pobres- diariamente había sido sometido a la tortura durante un año. Su fanatismo, "duro como su piel", había rehusado la abjuración.
Orgulloso de una filiación milenaria -porque todos los judíos dignos de este nombre son celosos de su sangre-, descendía talmúdicamente de la esposa del último juez de Israel: Hecho que había mantenido su entereza en lo más duro de los incesantes suplicios.
Con los ojos llorosos, pensando que la tenacidad de esta alma hacía imposible la salvación, el venerable Pedro Argüés, aproximándose al tembloroso rabino, pronunció estas palabras:
-Hijo mío, alégrate: Tus trabajos van a tener fin. Si en presencia de tanta obstinación me he resignado a permitir el empleo de tantos rigores, mi tarea fraternal de corrección tiene límites. Eres la higuera reacia, que por su contumaz esterilidad está condenada a secarse... pero sólo a Dios toca determinar lo que ha de suceder a tu alma. ¡Tal vez la infinita clemencia lucirá para ti en el supremo instante! ¡Debemos esperarlo! Hay ejemplos... ¡Así sea! Reposa, pues, esta noche en paz. Mañana participarás en el auto de fe; es decir, serás llevado al quemadero, cuya brasa premonitoria del fuego eternal no quema, ya lo sabes, más que a distancia, hijo mío. La muerte tarda por lo menos dos horas (a menudo tres) en venir, a causa de las envolturas mojadas y heladas con las que preservamos la frente y el corazón de los holocaustos. Seréis cuarenta y dos solamente. Considera que, colocado en la última fila, tienes el tiempo necesario para invocar a Dios, para ofrecerle este bautismo de fuego, que es el del Espíritu Santo. Confía, pues, en la Luz y duerme.
Dichas estas palabras, el Inquisidor ordenó que desencadenaran al desdichado y lo abrazó tiernamente. Lo abrazó luego el fraile redentor y, muy bajo, le rogó que le perdonara los tormentos. Después lo abrazaron los familiares, cuyo beso, ahogado por las cogullas, fue silencioso. Terminada la ceremonia, el prisionero se quedó solo, en las tinieblas.
*
El rabí Abarbanel, seca la boca, embotado el rostro por el sufrimiento, miró sin atención precisa la puerta cerrada. "¿Cerrada?..." Esta palabra despertó en lo más íntimo de sus confusos pensamientos un sueño. Había entrevisto un instante el resplandor de las linternas por la hendidura entre el muro y la puerta. Una esperanza mórbida lo agitó. Suavemente, deslizando el dedo con suma precaución, atrajo la puerta hacia él. Por un azar extraordinario, el familiar que la cerró había dado la vuelta a la llave un poco antes de llegar al tope, contra los montantes de piedra. El pestillo, enmohecido, no había entrado en su sitio y la puerta había quedado abierta.
El rabino arriesgó una mirada hacia afuera.
A favor de una lívida oscuridad, vio un semicírculo de muros terrosos en los que había labrados unos escalones; y en lo alto, después de cinco o seis peldaños, una especie de pórtico negro que daba a un vasto corredor del que no le era posible entrever, desde abajo, más que los primeros arcos.
Se arrastró hasta el nivel del umbral. Era realmente un corredor, pero casi infinito. Una luz pálida, con resplandores de sueño, lo iluminaba. Lámparas suspendidas de las bóvedas azulaban a trechos el color deslucido del aire; el fondo estaba en sombras. Ni una sola puerta en esa extensión. Por un lado, a la izquierda, troneras con rejas, troneras que por el espesor del muro dejaban pasar un crepúsculo que debía ser el del día, porque se proyectaba en cuadrículas rojas sobre el enlosado. Quizá allá lejos, en lo profundo de las brumas, una salida podía dar la libertad. La vacilante esperanza del judío era tenaz, porque era la última.
Sin titubear se aventuró por el corredor, sorteando las troneras, tratando de confundirse con la tenebrosa penumbra de las largas murallas. Se arrastraba con lentitud, conteniendo los gritos que pugnaban por brotar cuando lo martirizaba una llaga.
De repente un ruido de sandalias que se aproximaba lo alcanzó en el eco de esta senda de piedra. Tembló, la ansiedad lo ahogaba, se le nublaron los ojos. Se agazapó en un rincón y, medio muerto, esperó.
Era un familiar que se apresuraba. Pasó rápidamente con una tenaza en la mano, la cogulla baja, terrible, y desapareció. El rabino, casi suspendidas las funciones vitales, estuvo cerca de una hora sin poder iniciar un movimiento. El temor de una nueva serie de tormentos, si lo apresaban, lo hizo pensar en volver a su calabozo. Pero la vieja esperanza le murmuraba en el alma ese divino tal vez, que reconforta en las peores circunstancias. Un milagro lo favorecía. ¿Cómo dudar? Siguió, pues, arrastrándose hacia la evasión posible. Extenuado de dolores y de hambre, temblando de angustia, avanzaba. El corredor parecía alargarse misteriosamente. Él no acababa de avanzar; miraba siempre la sombra lejana, donde debía existir una salida salvadora.
De nuevo resonaron unos pasos, pero esta vez más lentos y más sombríos. Las figuras blancas y negras, los largos sombreros de bordes redondos, de dos inquisidores, emergieron de lejos en la penumbra. Hablaban en voz baja y parecían discutir algo muy importante, porque las manos accionaban con viveza.
Ya cerca, los dos inquisidores se detuvieron bajo la lámpara, sin duda por un azar de la discusión. Uno de ellos, escuchando a su interlocutor, se puso a mirar al rabino. Bajo esta incomprensible mirada, el rabino creyó que las tenazas mordían todavía su propia carne; muy pronto volvería a ser una llaga y un grito.
Desfalleciente, sin poder respirar, las pupilas temblorosas, se estremecía bajo el roce espinoso de la ropa. Pero, cosa a la vez extraña y natural: los ojos del inquisidor eran los de un hombre profundamente preocupado de lo que iba a responder, absorto en las palabras que escuchaba; estaban fijos y miraban al judío, sin verlo.
Al cabo de unos minutos los dos siniestros discutidores continuaron su camino a pasos lentos, siempre hablando en voz baja, hacia la encrucijada de donde venía el rabino. No lo habían visto. Esta idea atravesó su cerebro: ¿No me ven porque estoy muerto? Sobre las rodillas, sobre las manos, sobre el vientre, prosiguió su dolorosa fuga, y acabó por entrar en la parte oscura del espantoso corredor.
De pronto sintió frío sobre las manos que apoyaba en el enlosado; el frío venía de una rendija bajo una puerta hacia cuyo marco convergían los dos muros. Sintió en todo su ser como un vértigo de esperanza. Examinó la puerta de arriba abajo, sin poder distinguirla bien, a causa de la oscuridad que la rodeaba. Tentó: Nada de cerrojos ni cerraduras. ¡Un picaporte! Se levantó. El picaporte cedió bajo su mano y la silenciosa puerta giró.
*
La puerta se abría sobre jardines, bajo una noche de estrellas. En plena primavera, la libertad y la vida. Los jardines daban al campo, que se prolongaba hacia la sierra, en el horizonte. Ahí estaba la salvación. ¡Oh, huir! Correría toda la noche, bajo esos bosques de limoneros, cuyas fragancias lo buscaban. Una vez en las montañas, estaría a salvo. Respiró el aire sagrado, el viento lo reanimó, sus pulmones resucitaban. Y para bendecir otra vez a su Dios, que le acordaba esta misericordia, extendió los brazos, levantando los ojos al firmamento. Fue un éxtasis.
Entonces creyó ver la sombra de sus brazos retornando sobre él mismo; creyó sentir que esos brazos de sombra lo rodeaban, lo envolvían, y tiernamente lo oprimían contra su pecho. Una alta figura estaba, en efecto, junto a la suya. Confiado, bajó la mirada hacia esta figura, y se quedó jadeante, enloquecido, los ojos sombríos, hinchadas las mejillas y balbuceando de espanto. Estaba en brazos del Gran Inquisidor, del venerable Pedro Argüés, que lo contemplaba, llenos los ojos de lágrimas y con el aire del pastor que encuentra la oveja descarriada.
Mientras el rabino, los ojos sombríos bajo las pupilas, jadeaba de angustia en los brazos del Inquisidor y adivinaba confusamente que todas las fases de la jornada no eran más que un suplicio previsto, el de la esperanza, el sombrío sacerdote, con un acento de reproche conmovedor y la vista consternada, le murmuraba al oído, con una voz debilitada por los ayunos:
-¡Cómo, hijo mío! ¿En vísperas, tal vez, de la salvación, querías abandonarnos?
FIN

jueves, 17 de febrero de 2011

Buceando por youtube


Hola a todos, me permito publicar sin autorización esta joyita, ya que estaba haciendo el ganso en internet y acabé escuchando esto, como creo que todos disfrutamos con los álbumes ilustrados, aprovecho la creatividad de alguien que le puso música a "El hombre de la flor" para recordar los no tan viejos tiempos, un saludo!


David de Felipe

domingo, 16 de enero de 2011

''Mi primer Vargas Llosa'' y ''Mi primer Pérez-Reverte'' conquistan México

Los niños podrán inmiscuirse en la escritura de Mario Vargas Llosa y Arturo Pérez-Reverte. La colección pretende acercar a los niños a la gran literatura universal. ''Fonchito y la Luna'' y ''El pequeño Hoplita'' son pequeños volúmenes de 40 páginas, ilustradas y con historias escritas especialmente para esta colección

CIUDAD DE MÉXICO (15/ENE/2011).

Un gran éxito ha conseguido la colección literaria  'Mi primer...', que pretende acercar a los lectores más pequeños a la gran literatura universal, o al menos, a los autores más reconocidos en español.

Los primeros títulos en aparecer en México fueron 'Mi primer Vargas Llosa' y 'Mi primer Pérez-Reverte', que son pequeños volúmenes de 40 páginas, ilustradas y con historias escritas especialmente para esta colección.

De acuerdo con la casa editorial que los promueve, los dos primeros volúmenes entregan los esfuerzos de dos de los escritores más celebrados de la actualidad dentro de las letras en lengua española: Mario Vargas Llosa y Arturo Pérez-Reverte.

En 'Mi primer Vargas Llosa', los lectores niños (y adultos) viven con el pequeño 'Fonchito' las emociones del primer amor y descubren que no hay nada que uno no pueda hacer por un ser querido, incluso si éste pide la Luna.

El celebrado escritor peruano español Mario Vargas Llosa entrega a los pequeños lectores de México y otras naciones de habla hispana una historia sobre los dolores del amor, en la que el protagonista es el mencionado 'Fonchito'.

Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010 por su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes sobre la resistencia, la revuelta y la derrota individual, ofrece aquí una gran obra.

En el libro, profusamente ilustrado por Marta Chicote Juiz, 'Fonchito' se muere de ganas de besar en las mejillas a 'Nereida', la niña más bonita de su clase; ella tiene unos ojos grandes y muy vivos, y una naricita respingada.

Además, era dueña de unos cabellos negrísimos y una tez blanca como la nieve que debía ser, pensaba él, más suave que la seda. Un día, durante el recreo, se acercó a ella y, quedito, le dijo que la quería besar su mejilla.

'Nereida', ruborizándose ligeramente, lo miró muy seria antes de responder. 'Te dejaré si bajas la Luna y me la regalas'. El niño se quedó triste y desmoralizado; sin embargo, pensó en la respuesta y llegó a una conclusión.

Por su parte, Arturo Pérez-Reverte, autor de la saga 'Alatriste', ofrece su versión de la batalla de las 'Termopilas' bajo el título de 'El pequeño hoplita', una hermosa historia ilustrada a todo color por el artista Fernando Vicente.

En este 'Mi primer Pérez-Reverte', el lector de cinco a ocho años podrá descubrir la historia de la famosa batalla de las Termopilas, con un niño como testigo de los acontecimientos y una importante misión que debe de cumplir.

martes, 30 de noviembre de 2010

El cazo de Lorenzo

Hola a todos:

Me pareció interesante poner este libro por aquí, ya que, aparte de ser literatura infantil, también tiene un carácter inclusivo en su trasfondo.

Espero que les guste.

David Crego.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Decálogo de mandamientos para dinamitar el canon literario escolar

1. Amarás la variedad sobre todas las cosas.
2. No tomarás la escatología en vano.
3. Santificarás la fiesta, la risa y el humor.
4. Honrarás al autor y también a la autora.
5. No asesinarás los textos mutilándolos con el análisis sintáctico, morfológico o retórico.
6. No cometerás la impureza de censurar el erotismo.
7. No robarás a la literatura la parte de juego que la caracteriza.
8. No te mentirás a ti mismo creyendo que el canon es inmutable.
9. Consentirás los gustos de tus alumnos.
10. No codiciarás ser el único exégeta autorizado del texto imponiendo una sola significación.

Todos los cuales pueden resumirse en el siguiente: Entenderás la literatura como un juego.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Poema colectivo II

Pasearía descalza la orilla,
lo borraría todo de mi mente,
perseguiría un cometa hasta Marte,
volaría a los cielos en busca de un lugar mejor,
daría todo.
Sonrío en la mañana y me siento afortunada.
Nado todos los oceanos, bajo estrellas a la mar.
Por ti.
Siempre llego tarde.
Te mandaría al carajo.
Por ti me tramo y te tremo.
Por ti, que estás siempre al otro lado.

Poema colectivo

Reír, melodía armoniosa,
sonreír al ver escapar una lágrima,
caminar los mares llenos de peces,
bucear hasta encontrar el alma,
arrancar todos los sueños de la ciudad,
conducir un loco para ir sin volante,
gritar sonidos aéreos (en el aire los veo),
comer esperanzas y fantasías,
jugar con el cielo,
nadar en el cielo y volar en el mar,
vivir en su tumba,
dejarme llover,
vivir en una acelga.
Quisiera.

Cadáver exquisito II

Azul
había un perro verde con rulos
deseando que llegara la hora
salió corriendo hacia la playa
corre y vuela pero nunca te canses no mires atrás
los niños juegan en el patio
y sin embargo me quedo pensando pensando estoy
perritos falderos que saltan a la comba
subiendo la escalera más alta
y por supuesto yo no tengo la culpa de nada
y les regalaron lápices para que escribieran su propia historia
y el viento apagó la vela en aquella fría habitación.

Cadáver exquisito I

Conozco a un payaso que escupe margaritas
cuando hacían el amor bajo la luz de estrella azul y dorada
entonces
cogió y su fue a por cocos pero vino un mono
y se murió en un instante
pero sabemos de sobra que Bush tiene la culpa
de arte sabía y viajar quería
para hacerlo de una forma muy especial
y por mucho que digan los demás
y tengo hambre no puedo más
pero quiero dormir
con su perro flaco
y nada más

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Aproximación a un repertorio de canciones infantiles

Unas son canciones, de famosos intérpretes y/o autores, de acá y de allá, de "clásicos" y modernos; otras forman parte de películas:

1) Rosa León, "Canción de la Vacuna".

2) María Elena Walsh, "El brujito Gulubú"


3) Manuel García Ferré, autor de personajes de animación como el famoso "Petete", o "Trapito" o "Manuelita la tortuga"




4) De la autora María Elena Walsh y su libro "El reino del revés".


5) Del clásico Francisco Gabilondo Soler, el autor de El grillito cri-cri, "Los tres cochinitos" o "El comal ['la sartén'] y la olla".




6) Del imprescindible Luis Pescetti, "Queremos comer, comer, comer", "El niño caníbal", "El campamento", "Cha-cha-chá (primer acto)", "Cómo se hacen los niños", "Mamá, no quiero que hoy vayas al trabajo".











jueves, 28 de octubre de 2010

Adivina adivinanza

Siguiendo las sugerencias y a tenor de las experiencias de Pedro Cerrillo, nos hemos puesto a crear adivinas o adivinanzas. Después de ver algunos ejemplos, especialmente los recogidos por Maximiano Trapero, nos propusimos definir objetos o partes del cuerpo poco frecuentes entre los creadores de estos breves textos:


1) Tengo colores en mi nombre,
sé mucho y no soy sabio;
si me escribes, te respondo
en cantidad y muy pronto;
si quieres información,
búscame en la red
y lo que quieras encontraré.

2) Verde por dentro y no es kiwi,
verde por fuera y no es-pera,
pues sale aunque no te guste
si le da la ventolera.

3) Tengo nombre de animal
y no asusto al personal,
me gusta mucho el queso,
si sale impreso.

4) Hablo contigo si me tocas,
cual si fuera un buen pregón.
Sueno y sueno y te reclamo
y me paro en un botón.
No tengo patas y me muevo,
te soluciono algún marrón,
pero a veces te molesto,
cuando sueno mogollón.

5) Lo pronuncia la boca más pequeña,
todos le huyen aunque no le tengan miedo,
cuando pasa es la alegría de la casa
y dura un amén o todo un credo.

6) Gelatinoso soy y no estoy en la nevera;
crezco, al contrario, en grandes cuevas;
gusto mucho a los niños
que me sacan y marean;
soy de un verde empegostado
y me dicen: "¡ay, qué salado!".

7) De porte italiano vengo;
largo y sabroso soy,
me acompañan bailando salsa
con mi primo el macarrón.

8) Voy contigo a todos lados;
nunca te dejaré.
Dime algunas palabras
que, si no, solita me sentiré.

9) Dos hermanitos, muy parecidos,
que cuando son viejos abren la boca.

10) Viajera efímera,
caprichosa de formas,
que giras sin rumbo
alrededor de un mundo
al que siembras de vida
cuando lo cubres de sombras.

11) Yo fui tu primer sonido
cuando comenzaste a hablar
y soy la primera letra 
que en el alfabeto está.

12) Contra mi voluntad voy dejando 
del color de mi sangre el rastro
que otros encuentran e interpretan
al llegar al final de lo andado.

13) Tengo nombre de estudiante,
pero no siempre a la escuela voy.
Puedo ver muchas cosas,
aunque en negro siempre estoy.

14) Si me chupas la cara
me lo paso genial.
Envuelto en colores,
desaparezco al final.
Si no lo adivinas,
despistado es que estás.

1) elgoog le
2) ocom le
3) rodanedro led nótar le
4) livóm le
5) odep le
6) ocom le
7) ittehgaps sol
8) arbmos al
9) sotapaz sol
10) ebun al
11) a al
12) ofargílob le
13) alipup al
14) olemarac el

miércoles, 27 de octubre de 2010

Catálogo (incompleto) de intertextos musico-literarios

Vayamos creando el catálogo

1) Poe, su poema "Anabel Lee". Versión de Radio Futura


2) Poe, su poema "Anabel Lee". Versión de Bumbury.


¿Alguien sabe quién es el autor de la traducción al castellano que todos cantamos? (me refiero al poema de Poe, por si se descuadra)

3) José de Espronceda, "La canción del pirata". Versión del grupo Tierra Santa.



4) Otra forma de representar la literatura es este video del grupo R.E.M., Losing my religion (Automatic for the people), cuyo concepto está basado en la historia breve Un señor muy viejo con unas alas enormes de Gabriel García Márquez, en la cual un ángel cae del cielo y la gente hace dinero al exhibirlo enjaulado.



5) El soneto XXV de Neruda, cantado por Pedro Guerra


6) Serrat, uno de los que más ha hecho por la difusión de nuestros poetas, tiene, entre otras muchas, esta famosísima versión de uno de los poemas de Antonio Machado (Proverbios y cantares):


7) Tendríamos que hacer una lista de todos los poetas que cantó Paco Ibáñez, que no puede faltar en este repertorio. Es interminable: el arcipreste de Hita, Góngora, Quevedo, Jorge Manrique, Neruda. Como muestra, añadamos aquí el poema de José Agustín Goytisolo "Palabras para Julia", que tantos otros cantaron luego (Mercedes Sosa, Antonio Ranky y Bebe, Los suaves...)


8) También en la voz de Paco Ibáñez, el poema XX de Neruda de "Veinte poemas y una canción desesperada" (hay versiones también de Alberto Cortez y de Serrat)

martes, 26 de octubre de 2010

Romance-homenaje a Enrique Cordero y sus "Coplas del dragón desdentado"

Una vez nos encontramos con este divertido libro de poemas de Enrique Cordero, gamberro y escatológico (el libro: ojo con dónde se ponen las aposiciones), y se nos ocurrió que se prestaba para un tratamiento teatral (Enrique Cordero, Coplas del dragón desdentado, ilustraciones Jack Mircala, Madrid, Hiperión, 2007). Pensando pensando, y siempre intentando evitar todo desdoblamiento inútil y antipedagógico de personajes (actores de segunda fila, obligados a pasar por el escenario en grupo, escondidos detrás de una cartulina), se nos ocurrió que, como posible amplificación para una obra que requerriría, a lo sumo, de 12 actores, además de las posibilidades de:

a) idear nuevas situaciones con personajes del bestiario fantástico;
b) idear una historia marco que diera sentido a la presentación de tan peculiar mundo (un texto preliminar, más un texto final, con la participación de todos los personajes),

podíamos aprovechar la circunstancia para asumir otro reto mayor: crear nuevos textos líricos con nuevos personajes. Como ya estamos hechos unos poetas, hicimos una cata, y al final nos salió este romance de creación colectiva en un santiamén, que creemos no desdice demasiado del sentido del conjunto de los poemas:


Romance casi incorrecto del gigante Carapapa

Sí, yo soy aquel gigante
al que insultan: “¡Carapapa!”,
el de la nariz peluda
goteante y desorbitada.
A los gnomos acojono
con mis grandes risotadas
si paseo por el bosque
con unas grandes zancadas.
¿Qué? ¿Que cómo es que los mato?
Pues yo los mato a patadas.
Si se atreven a chistarme,
me los zampo a dentelladas,
los paladeo y disfruto,
los paso por mi papada,
luego luego, al fin y al cabo,
después de tal empachada,
dejo allá un recuerdo de ellos:
el fruto de mis ca...

(Aquí interrumpen los actores: "¡Shhh...! ¡No lo digas, no lo digas!" El gigante, claro, los persigue)

Y un día lo cantamos

Así que un día decidimos cantar el romance. Somos una tropa afinada y aguerrida, así que escuchamos algunas versiones de romances cantados por Joaquín Díaz y escogimos el de "Delgadina". Y así procedimos.

Unos con voz templada
muy bien que lo entonaban;
otros, los cuitadillos
más bien lo berreaban.

El problema es que todas las versiones musicales tienen una pauta similar, y cada cierto número de versos (siempre par: en este caso, cada cuatro) son interrumpidos por la melodía. Así que algunas veces teníamos que repetir los dos últimos versos de cada fragmento.

Hemos pensado en hacer un catálogo de versiones musicales de textos literarios. Aquí va el primero:

jueves, 14 de octubre de 2010

Romance fundacional (catálogo de dimensiones homéricas)

Eran ellos veintipico
(y eran de lo que no había)
que de inglés y de francés
o de Musical venían.
Una tropa bien extraña
que describir yo no sabría,
mas por que de ellos se guarden
les diré qué parecían:

Uno, un loco de atar,
al que Jesús le decían,
natural de La Laguna,
ciudad la más viciosilla,
travieso, avieso y burlón,
verdadera pesadilla,
gran amante de los vinos
de las artes, de la risa.

Justo lo contrario era,
como de la noche al día,
esta chica sin maldad,
a la que Mari decían,
simpática, amable y buena
verdadera maravilla,
muy aficionada al canto,
el baile y la poesía.

Aquella, llamada Jessica,
que por Jesslo conocían,
si venía de Valencia,
en Canarias pararía:
cantarina y saltimbanqui,
hacía fotografía.

En Salamanca nació,
de la construcción salía,
que con la crisis del bloque
decidió cambiar de vida.
Chuches, tiritas y bolis
en los sus bolsos tenía.
Era una mamá chiflada
Anne Marie, la Ana María.
Siempre quiso ser maestra...
¿No hay nadie que se lo impida?

Chicharro de vieja cepa,
mas de Tagoro, acudía,
toda la vida soñando
conseguir la maestría,
marido de esta chiflada,
que también francés haría
y amaba la buena mesa,
don Alejandro sería.

A esa tropa bien extraña
don David pertenecía.
Era un muchacho muy serio
si la ocasión lo exigía;
le molaba la jarana,
y de arte mucho sabía;
enamorado de Australia,
allí residir querría.

De la isla de Tanausú,
al fondo de la cocina,
una pizca de sarcasmo,
algo de melancolía,
timidez a borbotones,
inocencia siempre esquiva;
el pelo de su cabeza
yace en su cama, sin vida;
nunca se le vio nervioso,
nadie lo encontró con prisas;
despistado, calladito,
por David él respondía,
bañaba su corazón
en mistela y malvasía.

Del Puerto La Cruz llegó
a una laguna muy fría
una sencilla muchacha
que de altura carecía,
y Mila se hizo llamar
por ahorrar unas grafías.
Muchos libros devoró,
pues cursó filología
mas engordarse no pudo
por su flaca anatomía.
En Magisterio cayó
a una tropa construida
con el único objetivo
de enmendar la poesía. 

Venía de Santa Cruz
la soñadora de Elisa,
nostálgica de un futuro
carente de garantía.
Mas no desfallece, no:
persigue con valentía
un sueño del corazón:
seguir creyendo ser niña.

Apareció un individuo,
con el habla salmantina,
que David él se llamaba
y Crego lo llamarían.
Aquí trece años llevaba,
y alguno le quedaría,
pero tan extraño acento
jamás se le escaparía.
Es jocoso y despistado,
pero con gran alegría;
como enseñar le agradaba,
él maestro ser querría.

De Santa Cruz (pura cepa),
en el Carnaval nacía:
así le gusta la fiesta
a esta rubia enloquecida.
Como la princesa, Diana
es viajera empedernida,
pero cansada de aviones
aterrizó en la maestría.

Otra, que es guiri de cara,
mas majorera sería,
es de sangre colombiana,
a quien Sara llamarían.
En su isla va pensando,
sus playas añoraría.
Ella vive en La Laguna
y maestra ser querría.

A otra la llamaban Gemma,
de Lanzarote venía,
sabiendo que en Tenerife
su futuro labraría.
Era amante de la infancia,
los idiomas, la alegría,
y regalaba secretos
a quienes los merecían.

Ana soñó con ser música,
mas solo un sueño sería.
Por eso se fue a la France,
y francés aprendería.
De corazón, canariona,
mas viene de Andalucía,
Chicharrera de adopción,
¡Menudo lío tenía!
Muy tímida ante el público,
nunca hablaba, si podía;
todo lo pensaba mucho,
tanto que te marearía.

Pero entre estos personajes,
otra chica aparecía:
Raquel, para los amigos,
siempre con mucha alegría.
Esta niña tan sonriente
y con tanta fantasía,
con pasión por el teatro,
la música y la comida,
todo el día va bailando
y riéndole a la vida.

Otra más era una que
un nombre guanche tenía,
que de reír no paraba
y Nirita le pondrían.
De corazones de fruta,
parrandas y melodías
que por Tejina florecen,
orgullosa la verías.
Amaba la educación,
es decir, pedagogía,
pero de nuevo en las aulas
ella en francés parlaría.

Vino desde Lanzarote;
nada de ella se sabía:
a esta chica tan fiestera,
que tímida parecía,
por Famara la conocen
mas... ¿la reconocerían?


Con un balón en los pies,
una niña poetisa
juega despreocupada,
sin pausa pero sin prisa.
Natural del Realejo,
una tierra cuesta arriba,
Ruth, eterna luchadora,
nunca pierde la sonrisa.
Tras caer y levantarse,
sin dolor y sin heridas,
ahora busca su futuro,
un sueño, su fantasía.


Había un ser peculiar
que de muy lejos venía.
Ella dijo: "de Madrid",
mas venía de Galicia:
Era llamada Verónica.
Insensata y atrevida,
si no parecía pájaro,
de volar algo sabía.

Con cerca de veinte años
en La Laguna vivía.
Ilusión de ser maestra
en su cabeza tenía.
Por Natalia la conocen:
gran altura presumía;
al principio reservada,
diole Dios gran alegría.

Y otra, nacida en abril,
que buen humor tenía,
es esta chica tan rubia,
que Elena se llamaría,
y ser singular maestra 
desde pequeña quería.
Pasado pasado el tiempo 
su sueño conseguiría.
Muy aficionada al piano,
ella pasaba sus días 
con alegría y paciencia
nacían sus melodias.

Y otra Lara se llamaba,
que de Santa Cruz venía.
Igual era que una flor,
ya que siempre sonreía.
Ella el ballet practicaba,
y con dulzura lo hacía.
A esa tropa tan extraña,
(musical) pertenecía. 

La niña inquieta y sarpeta,
la que Elena llamarían,
pequeña y de gran valor,
nunca a amigos fallaría:
habla mucho el inglés,
ama música y poesía,
cuando se acuesta con hambre,
corazones comería.
Aunque quería viajar
en Vistabella vivía.